Las Tumbas. Enrique Medina.
$250.00
1 disponibles
Compra usando Mercado LibreEsta obra es doblemente significativa: como texto autobiográfico el libro es, en el terreno de la ficción, el mayor testimonio sobre la vida en un reformatorio, esos claustros que el buen humor oficial denomina correccionales. Por otra parte, como experiencia verbal, el lenguaje seco, medidamente balbuceante y atropellado de Las Tumbas, se emparienta con la actitud que frente al hecho literario asumen escritores como Louis Ferdinand Cóline y Henry Miller.
Medina nace en Buenos Aires, comienza a cursar estudios primarios en un colegio de su barrio: Caballito. Al llegar a segundo grado, la formación se interrumpe; Medina ingresa, entonces, a un reformatorio. ¿Por qué «Bueno -dice el autor- digamos que en la casa había dos pibes y una nena y sobraba un pibe». Con esta separación se abre Las Tumbas.
Medina queda encerrado en distintos reformatorios diez años; la arbitrariedad, convertida en ley por los que dirigen, rige las ceremonias de los institutos; esos simulacros de «protección» pasan a ser, asi, un rincón en el cual se agazapan, desembozadas, las formas más aberrantes de la convivencia. Aprender a sobrevivir en ellos exige al principiante una obediencia ciega; más adelante, debidamente preparado, se erige de víctima en victimario. Sobre esta dialéctica crepita Las Tumbas; dividida en dos partes, la primera narra los primeros años del personaje, su aprendizaje sádico; la segunda lo encuentra formando parte de los mayores -los Capos, los Celadores-, reiterando sus tics, duplicando su brutalidad.
La «tumba» -una imagen exacta con la que los internados designan a los correccionales- es un sistema jerarquizado; réplica del orden social, esos agujeros tamizan los rasgos más degradados de este y sobre ellos se empinan los jefes; aprender, integrarse, exige del protagonista dos acatamientos: en el primero absorber la violencia; en el segundo, segregarla. Esclavo al comienzo, acaba siendo amo; ambos roles implican, de hecho, una idéntica forma de esclavitud, lo único que cambia son las víctimas. El orden que allí impera es un amasijo de horrores sostenido por medio de la tortura y el castigo fisico llegado al suplicio.
Un tono despojado, casi telegráfico, caracteriza al libro; pero no se debe confundir a Las Tumbas con una crónica piadosa sobre la siniestra rutina de los reformatorios. Por el contrario, debe verse en estas páginas un intento por trasgredir la anécdota, una deliberada actitud por la cual se busca transformar a estos institutos en un emblema sobre cuyo cuerpo se dibuja una figura mayor. «Capos» Celadores» son, fundamentalmente, categorías de mando brutales; las formas con que hostigan y dominan a sus subordinados. aceptadas y disimuladas por directores y responsables de esas cuevas educativas, permiten atisbar la realidad de una sociedad injusta, conformada por un sistema despiadado que aplica, en su
totalidad, los mismos recursos para perpetuarla.
PRIMERA PLANA
Valoraciones
No hay valoraciones aún.