ANIMALES: Su conducta es previsible. Su existencia cobra sentido por el lugar que ocupan en la cadena biológica y por la sensatez de vivir en vez de reflexionar sobre la vida. No abandonan el nido so pretexto de haberse desenamorado, ni emigran sin rumbo, objetivo ni fechas fijas sólo por distraer el desconcierto del fracaso sentimental. Sus códigos, simples y claros, los hacen dignos.

HUMANOS: Unos bichos raros que se distinguen de los demás animales por el hecho de fumar, ir al gimnasio, escribir y poco más. Los cachorros de esta especie son capaces de atribular a sus mayores preguntado cosas como «¿de dónde sale la gente?». El ejemplar adulto, en cambio, resalta por su inmadurez emocional y por un desmesurado narcisismo que se resiste a todo control.

CREADORES: Son afectos a escoger materiales humildes para proponernos nuevas formas de mirar el mundo. Con la arcilla de lo cotidiano -un apunte de reflexión sopesando una frase, una imagen fugaz retenida en la memoria, una risa aparentemente fuera de contexto- Douglas Coupland vuelve a hurgar en nuestro tiempo con el ingenio que ya había demostrado en Generación X y Planeta Champú. Esa búsqueda, y el beneplácito de sus lectores, le consuelan de su humanidad.