Estética 2. La Idea De Lo Bello Artístico O Lo Ideal. Hegel.
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Compra usando Mercado LibreSegún la diagramación asignada a nuestra traducción castellana de la Estética de Hegel, este volumen 2, Lo bello artístico o lo ideal, constituye la clave filosófica de todo el contenido de su obra. Aquí se desarrolla la teoría de lo bello con extremada riqueza conceptual y especulativa. La belleza es la idea y «al decir que la belleza es idea intentamos expresar que belleza y verdad son una sola y la misma cosa»; pero la idea estética no es la idea lógica como tal; ésta se ha «transfigurado en realidad». Su necesidad surge del proceso mismo del concepto, que al recapturarse a través de sus producciones finitas comienza por una relación consigo directa, inmediata, sensible, en consecuencia. La dialéctica -dice Teysèdre es la epopeya del retorno, la Odisea del para-sí que ingresa a través del tiem- po en su eternidad; hablamos simplemente del regreso: si volviese al en-sí sería sólo pensamiento. La idea, como absoluta, debe aprehenderse ante todo en una forma que no es suya, que la expone a los sentidos y la disimula, es decir, permanece en el punto tangencial entre lo interior y lo exterior, punto en el que el contenido sustancial no se expresa todavía en su universalidad.
Si la idea se diera al instante como lo que es, como la unidad-totalidad cerrada sobre sí, lo absoluto-sujeto, no habría arte, puesto que ninguna forma sensible se prestaría a encontrarla. Esta tarea, la de hacer aparecer el arte como la forma sensible de la idea es propia del hombre, porque el hombre es espíritu, y es espíritu en cuanto ha superado su animalidad por medio del trabajo. La verdad del ‘arte, entonces, lo absoluto en la forma absoluta en su más allá, es siempre la trascendencia humana que aspira a superarse en un horizonte sin fronteras metafísicas y donde lo divino es la movilidad incesante. Por eso, el arte es «algo del pasado», lo que queda atrás, lo que no tiene límites en su ascenso sin miedo hacia el reino de la libertad. La idea tiende a lo que no puede alcanzar sino negándose y cada etapa de esa tensión es una fase de su historia renovada sin pausa y sin piedad. Esta historia, que no cesa en su movimiento ascendente y descendente, debe asociar, pues, dos perspectivas indisolubles: la forma con su contenido, y la relación del contenido consigo mismo. Por eso dirá Hegel que «en el arte, como en toda obra humana, el papel decisivo lo desempeña el contenido». El contenido es por consiguiente el lugar en que se realiza la idea, la que no es un paradigma platónico, sino la manifestación más elevada de la vida humana, alentada por el espíritu y sostenido por el impulso de la negación que éste insufla en el ser humano.
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