No hubo, ni antes ni después de él, otro uruguayo que se le pareciera. Roberto de las Carreras se abatió como un huracán removedor sobre la moralina novecentista, sacudiendo con su ademán clownesco las «tolderías» montevideanas, como él las llamó. Para enfrentar a una sociedad que despreció su condición de bastardo y lapidó sin piedad a su madre, Roberto adoptó un perfil de dandy cuestionador, con el que se dedicó a sobresaltar al Novecientos con un furor reivindicatorio que él enmascaró tras un exterior irreverente y paradójico. Su furibunda ironía no dejó en pie ninguno de los mitos y altares de aquel mundo enemigo que no lo perdonó, aunque pudiera festejar algunos de sus gestos más atrevidos o extravagantes.
Este volumen presenta el monólogo teatral que en 1973 escribiera Milton Schinca para darle por primera vez presencia escénica este montevideano impar, lográndose por esta vía que innumerables uruguayos descubrieran la personalidad insólita y mordiente de Roberto, interpretada entonces -bajo la notable dirección escénica de Mario Morgan- por un admirable Armando Halty en un trabajo actoral que hasta hoy se recuerda.