La relación entre Gala y Salvador Dalí constituye una de las más extrañas historias de amor del presente siglo. Fue tal la influencia que ejerció Gala sobre Dalí que, a la muerte de ella en 1982, a la edad de 87 años, el pintor se encerró en la habitación de su esposa, cerró las cortinas y se negó a comer. Cuando se conocieron, ella le sacó del borde de la locura y, durante los más de cincuenta años que estuvieron juntos, lo cuidó en sus accesos de melancolía y enfermedad, tanto imaginarios como reales. Cada tarde, bajo un olivo de su jardín, Gala consultaba el tarot, y Dalí solo pintaba al día siguiente si las cartas eran favorables. En 1975, cuando la enfermedad de Parkinson le impidió seguir pintando, Gala encargó a otros artistas que produjeran falsificaciones con las que poder pagar las enormes facturas de la pareja. Ella aparece en cientos de los cuadros del pintor como la Virgen Madre o desnuda con leones, a pesar de lo cual le era constantemente infiel, a menudo con los jóvenes falsificadores que invitaba a su casa.

¿Musa perversa? ¿Amante infiel? ¿Ángel malvado? Gala al desnudo: la mujer que protagonizó con Dalí la historia amorosa (y artística) más increíble del siglo xx.