El libro lanza una mirada fermental y crítica que pretende, más que nada, contribuir a la ardua tarea de generar gobernabilidad, legitimidad y confianza, déficit normales en las democracias representativas occidentales.
No es fácil nacer en el primer cuarto o mediados del siglo XX, socializarse políticamente, construir utopias y contrautopías de juventud y acceder al gobierno cuando el mundo, el país y la gente pueden no ser ya lo que fueron cuando nacimos, nos socializamos políticamente y llegamos al poder.
Es duro reconocer que el triunfo puede no poseer el contenido de pureza ideológica que desearíamos que tuviera: que las lealtades son muy frágiles y pragmáticas; que los fundamentos del voto son diversos a lo que soñaríamos. Puede desilusionarnos empezar a pensar que las políticas sociales de la Modernidad, las de los Estados de Bienestar, social-comunistas y socialdemócratas, ya no son satisfactores suficientes de una demanda radicalmente nueva.
Seguramente nos producirá terror la idea de que los triunfadores políticos de hoy, más que eso son fetiches proyectivos de irracionalidades deseadas. Y que, si lo son, pueden convertirse abruptamente en chivos expiatorios de las mismas irracionalidades con la misma velocidad y masividad con la que se erigieron en fetiches.
Puede desacomodarnos la sospecha de que los modos de legitimación actuales ya no pasan, con eficacia y eficiencia, por la descentralización y desconcentración del poder centralizado a las periferias, sino, al revés, en la centralidad protagónica de las periferias locales. Eso puede significar el empowerment (empoderamiento) radical de la sociedad civil y la subordinación a ella de la sociedad política. Entonces, los imaginarios socioculturales deben ser hegemónicos sobre los económico-políticos.
Finalmente, en un mundo multimédiático, con fronteras difusas entre la realidad material, la significante, la hiperreal y la virtual, la reacción societal no será tanto a lo que haga y diga el gobierno sino a lo que la gente crea que dijo, hizo y a la relación de ambas cosas. Ello convierte a la política de comunicación en algo tan importante como las políticas sustantivas.

RAFAEL BAYCE es Doctor en Ciencia Política por el IUPERJ de Rio de Janeiro y Doctor en Sociología por la Universidades de Stanford y Chicago (EE.UU.). Desde 1985 es Catedrático Universitario Grado 5 en la Universidad de la República. Fue Director del Instituto de Sociología Jurídica de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República (1998-2005) y profesor de Posgrado en Ciencias Sociales en Estados Unidos, Brasil, Argentina y Uruguay. Se ha desempeñado como consultor nacional e internacional. En los últimos diez años ha sido columnista en diversos medios de comunicación. Ha recibido diversos premios entre ellos el Premio Nacional de Ensayo en Ciencias Sociales (MEC) en 1988. Entre sus obras se destacan: El sistema educativo uruguayo, 1973-1983, Vol. 1, (CIEP 1985). El sistema educativo uruguayo, 1973-1985, Vol. 2, (CIEP-Banda Oriental, 1988). Cultura política uruguaya. Desde Batlle hasta 1988, (FCU, 1989) y Drogas. prensa escrita y opinión pública, (FCU, 1990). Ha publicado más de doscientos articulos científicos en revistas y libros colectivos.